Las Mejores Tapas Andaluzas
Olvídate de los aperitivos de cocktail que te ponen en otros sitios. Aquí las tapas son
comida de verdad, servida en raciones generosas que a veces son más grandes que el
plato principal en otros países. Y no, no estoy exagerando.
La cultura del tapeo es un arte social andaluz: vas de bar en bar, pidiendo una cervecita o
un fino de Jerez en cada sitio, y te vas llenando con las tapas. En Granada esto es gratuito
(te ponen tapa con cada consumición), pero en el resto de provincias pagas por ellas,
aunque los precios son ridículamente baratos comparado con cualquier capital europea.
Las mejores tapas
Las aceitunas aliñadas son el primer asalto: verdes, moradas, con almendra dentro, con
anchoa, con naranja… Cada bar tiene su receta secreta y su nivel de picante. Luego llegan
los boquerones en vinagre (anchoas frescas marinadas), el salmorejo en vasito con
trocitos de jamón y huevo duro, y las croquetas que pueden ser de jamón, de bacalao, de
espinacas, de rabo de toro o de lo que se le ocurra al cocinero ese día.
Las tortillas de camarones gaditanas son puro vicio: crujientes, finas, con los camarones
enteros dentro. Las patatas bravas aquí no son como las de Madrid: llevan ali-oli picante y
están cortadas en trozos irregulares. Los montaditos (mini-bocadillos) de pringá (carne
desmechada del puchero andaluz) son tan adictivos que es imposible comer solo uno.
No puedes irte sin probar los caracoles (sí, caracoles) en salsa picante, las pavías de
bacalao (trozos de bacalao rebozados), el pulpo a la gallega (que aquí lo hacemos igual
de bien que en Galicia, aunque ellos no lo admitan), y las gambas al ajillo que huelen a
gloria desde la calle.
El secreto del buen tapeo: no llenes el estómago en el primer bar. Deja espacio para probar
en varios sitios. Y si pides «una de bravas, otra de calamares y dos cervezas», ya eres
prácticamente andaluz.
