Rituales Tradicionales Andaluces
Los rituales andaluces son una mezcla curiosa de catolicismo oficial, superstición popular, magia árabe residual,
y tradiciones gitanas. Lo fascinante es que muchos se practican abiertamente, sin que nadie vea contradicción
entre ir a misa el domingo y hacer un ritual de limpieza con sal los viernes.
El Ritual de San Juan
Es la noche mágica por excelencia. A medianoche, miles
de andaluces van a la playa o al río a bañarse (las «aguas de San Juan» tienen poderes purificadores). Se
queman «júas» o «juanillos» (muñecos de trapo que representan lo malo del año) en hogueras gigantes. Se salta
sobre el fuego para «quemar las penas». Las mujeres se lavan el pelo con hierbas aromáticas para tener suerte
en el amor. Y se hacen rituales con espejos, agua, y velas para ver el futuro. En algunas playas de Cádiz y
Málaga, la noche de San Juan parece una película de brujas: hogueras por todas partes, gente bailando,
cantando, saltando el fuego.
El Mal de Ojo
El mal de ojo es realísimo para muchos andaluces. Si alguien te mira con
envidia o malas intenciones, «te echa el mal de ojo» y empiezas a tener mala suerte, dolores de cabeza,
cansancio inexplicable. Para quitarlo, existe el ritual del aceite y el agua: se llena un plato con agua, se echan
tres gotas de aceite de oliva mientras se reza (cada curandera tiene sus oraciones propias), y si el aceite se
dispersa en formas raras, es que sí tenías mal de ojo. Se repite hasta que el aceite forma círculos perfectos
(señal de que ya está limpio). Este ritual lo practican todavía miles de andaluzas, y juran que funciona.
Las Cruces de Mayo
El 3 de mayo, barrios enteros de Córdoba, Granada y Sevilla se llenan de cruces
enormes decoradas con flores. Oficialmente es una fiesta católica, pero tiene raíces paganas claras (culto a la
primavera, a la fertilidad de la tierra). Alrededor de las cruces se bebe, se canta, se liga, y se hacen peticiones.
Algunas cruces tienen fama de «conceder deseos» si les pones una moneda y pides con fe.
El Rocío
La romería más grande de España (un millón de personas) parece una peregrinación católica normal,
pero tiene un componente mágico-pagano brutal. La gente camina durante días por el bosque de Doñana,
duerme al raso, vive en comunidad, y entra en un estado alterado de conciencia. Cuando sacan a la Virgen del
Rocío de su ermita, la gente llora, grita, se desmaya, entra en trance. Es cristianismo, pero con un fervor que
roza lo chamánico.
Rituales Gitanos
Las gitanas andaluzas son famosas por sus rituales de amor, protección y limpieza. El más
conocido es el ritual de la vela roja para el amor: se unge una vela roja con aceite de rosas, se clavan alfileres
formando el nombre de la persona amada, se enciende en martes o viernes (días de Venus), y se deja consumir
mientras se visualiza el deseo. Otro ritual gitano común es el de las tres monedas: se ponen tres monedas bajo
la almohada durante tres noches, luego se tiran a una fuente o río mientras se pide un deseo de prosperidad.
El Ajo y la Herradura
Ajos colgados en la entrada de la casa protegen contra el mal. Las herraduras sobre la
puerta (con las puntas hacia arriba «para que no se caiga la suerte») atraen buena fortuna. Estos amuletos se
ven en casas de pueblo por toda Andalucía, sin importar el nivel educativo o económico de sus habitantes.
Rituales de Limpieza de Casa
Cada cierto tiempo (especialmente después de visitas de gente conflictiva o
antes de eventos importantes), muchas andaluzas hacen una limpieza energética de la casa: barren desde
dentro hacia fuera (para sacar lo malo), pasan sahumerios de romero o incienso por todas las habitaciones,
ponen sal en los rincones, y dejan ventanas abiertas para que «se airee la casa». No es raro ver esto incluso en
pisos modernos de ciudad.
Los Siete Nudos
Un ritual de protección que consiste en hacer siete nudos en un cordón rojo mientras se pide
protección contra peligros. El cordón se lleva en el bolsillo o en el bolso. Cada nudo representa un tipo de
protección diferente (salud, dinero, amor, trabajo, familia, viajes, general).
Todos estos rituales se hacen con naturalidad, sin ceremonias complicadas. Forma parte de la vida cotidiana,
como freír pescado o tomarse una caña. Y si le preguntas a alguien si «cree en esas cosas», te dirá: «Yo no creo,
pero por si acaso lo hago».
